Hubo un periodo de tiempo en el cuál el retrato era exclusivo de los reyes o de la aristocracia, sólo las personas con poder político, social y monetario podían tener el placer de hacerse uno y aunque más tarde con la invención de la fotografía más personas comenzaron a tener la posibilidad de tener una imagen de sí mismos en casa no fue hasta mediados del siglo XX que el retrato se democratizó, desde ese momento hasta la actualidad cualquier persona puede tener uno. Sin embargo debido a la carga histórica que tiene el concepto aún es una herramienta que permite legitimar el poder y con él, una ideología, un pensamiento y hasta las características de un periodo de tiempo. Por esta razón es que el retrato sigue siendo aún en nuestros días de vital importancia para los gobernantes de un país.
Los retratos de la pareja Obama hechos por los artistas Brooklyn Kehinde Wiley y Baltimore Amy Sherald recientemente publicados nos han recordado que las tradiciones se pueden ir adaptando al contexto.
Debido al gran interés que han despertado estas pinturas tanto en el mundo del arte como en el de la política, en Stopart nos tomamos el trabajo de intervenir reconocidas obras de arte colombiano con el único ánimo de imaginarnos que pasaría si nuestros dirigentes pidieran un retrato a un artista contemporáneo: