Texto: Carolina Rodríguez – Fotos: Paloma Castello

A partir de sus imágenes, Paloma Castello deja entrever espacios desconocidos para el espectador: escenas de su propio mundo que, aunque anclado en la realidad objetiva, se alimenta de criaturas y colores que viven en los intersticios de su conciencia.

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Un punto de partida frecuente en el proceso creativo de la artista es, sin duda, el contenido de sus diarios de viaje que, de una u otra manera, resulta ser una especie de catarsis para esa combinación de experiencias y ensoñaciones que evocan su manera particular de interpretar y sentirse en la realidad.

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De manera similar a las bitácoras de viaje de los antiguos exploradores, Castello plasma en su diario los paisajes y escenas de varias visitas al trópico colombiano, junto con textos que describen lo que vio y experimentó allí.

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Sin el objetivo de realizar una reseña fidedigna de los lugares presenciados, estos diarios son más bien una guía cartográfica de las sensaciones experimentadas por la artista en dichos lugares. Incapaz de separar la vivencia de aquello que se percibe, su lente resulta una auténtica superposición de imaginación y realidad.

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Vaqueros, dinosaurios, coches, surfers, montañas, piedras, palmeras… A simple vista, estos elementos no parecieran tener mucho en común, pero a medida que la mirada ahonda en los detalles es posible adentrarse en un universo más cercano. Los protagonistas cobran vida y todos los elementos hacen parte de una naturaleza que sugiere cierta autonomía; como si estos paisajes o escenarios en realidad existieran y hubieran sido fotografiados.

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La serie TROPICARIOS de Paloma Castello invita a experimentar un espacio en el que la ficción y los recuerdos del trópico se mezclan para propiciar un acercamiento íntimo entre nuestras propias ficciones y las de la artista.

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