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Mediante el arte es posible originar cambios culturales, un artista puede modificar la forma en la que los espectadores piensan de sí mismos. Hay exposiciones y piezas que re-escriben la historia, que crean nuevos lugares para observar y entender la historia. La identidad negra es un asunto que siempre ha generado muchas narrativas en el arte, por el lugar reivindicativo que ha ocupado a lo largo de la historia, algunas veces por su desafortunada ausencia y ahora por las responsabilidades que tiene por delante. Para entender sus expresiones, desde sus orígenes y su evolución, en Stop Art hicimos una lista de los protagonistas que le han dado forma, visibilidad y voz a las comunidades negras:
Jean Michel-Basquiat fue el primer artista negro que ocupó la portada de The New York Times. Su tema principal era el cuestionamiento de la política racial y de la hipocresía social de los Estados Unidos. Según el curador Dieter Buchart Jean-Michel Basquiat era el Martin Luther King del arte urbano, alguien que usó «su pincel como arma».
Glenn Ligon es un artista conceptual estadounidense cuyo trabajo explora la raza, el idioma, el deseo, la sexualidad y la identidad.
Sobre la dificultas de trascender las políticas de identidad a través del arte. Ligon cita lo que dice el artista David Hammons sobre las esculturas de luz de James Turell: «Me encantaría hacer lo mismo sólo que muy negro. Saben, como un artista negro, viéndomelas con sólo luz…Me gustaría llegar a eso pero todavía no soy lo suficientemente libre. Siento que todavía tengo un mensaje por sacar al mundo»
Kara Walker es famosa por sus siluetas del tamaño de paredes. A simple vista parecen ilustraciones de un cuento infantil. Eso hasta que el espectador nota el horrible contenido: viñetas de pesadilla que ilustran la historia del sur de Estados Unidos. Los dibujos vienen de testimonios de esclavos hasta de novelas históricas. Las audiencias al principio la condenaron de obscena y ofensiva por sus escenas violentas y sexuales, y el mundo del arte se dividió sin saber qué hacer con ella. ¿no es acaso esa duda un paso atrás en cuanto a políticas raciales?
Sus siluetas son una potente metáfora para lo estereotipado que se tiene a lo negro, y a la vez dice mucho con poca información. Ella juega con el ojo. Las ambigüedades fuerzan al público a preguntarse qué sabe y qué ve.
Nacida en California, se mudó cuando era una adolescente a Georgia en donde se enfrentó a una cultura premiada por las ideas del Klu Klux Klan. En su nueva escuela era llamada despectivamente «negra» y le decían que era un simio. Aislada, escapó a la biblioteca en donde las narrativas ilustradas del sur le ayudaron a dar forma a su futuro estilo.
Su familia se must desde New Jersey, Pennsylvania hasta Harlem, New York. Esta migración era algo típico de la época de la gran migración durante la primera guerra mundial, en donde los afro americanos huyeron de las condiciones opresivas del sur de Estados Unidos, buscando una relativa seguridad prometida en los estados del norte. De esta experiencia nació su «Serie de Migración» que lo harían un reconocido artista a la edad de 20 años.
Con tal éxito tan pronto en su carrera, Jacob combinó el realismo social, la abstracción moderna y los colores atrevidos para narrar las historias y las experiencias del pueblo de color que veía en su vecindario de Harlem en NY.
Conocido por sus incisivas representaciones de la sociedad contemporánea y sus abstracciones poéticas, para referirse a su raza en relación a su arte una vez dijo: «Quiero estar arriba de la crítica para que mi trabajo no tuviera que ser discutidos en términos del hecho de que soy negro» .
El primer afroamericano de una generación de expresionistas abstractos, su trabajo fue ignorado durante mucho tiempo por coleccionistas y galeristas.
Lewis fue fundador del grupo «Spiral», una comunidad de artistas y escritores que se reunían con regularidad para discutir el potencial de los artistas de color en la construcción de una igualdad racial a través de su trabajo creativo.