Fotos: Nicole Hakim – Texto: Natalie Sánchez

La guerra más larga de América Latina fue una llamarada que avanzó por los campos colombianos, destruyó pueblos, los llenó de víctimas, arrasó fuentes de energía, rompió familias, arrasó recintos sagrados, pulverizó centros educativos, arruinó hospitales, desbarató caseríos y desmanteló la justicia. Sin embargo la violencia no afectó heterogeneamente todos los ámbitos geográficos ni los diferentes estratos sociales; estuvo concentrada en los márgenes de la sociedad, es decir, aquellas zonas y grupos menos integrados a los centros de poder económico y político de la sociedad, por ejemplo, las mujeres.

Según datos del informe La guerra inscrita en el cuerpo, del Centro Nacional de Memoria Histórica, en los últimos 60 años de guerra, más de 13.000 mujeres han sido víctimas de violencia sexual. Ellas llevan silenciosamente en su vida y recuerdos de las peores partes del conflicto, como dice Svetlana Aleksiévich en su libro «La guerra no tiene rostro de mujer»:

En lo que narran las mujeres sobre la guerra no hay, o casi no hay, lo que estamos acostumbrados a leer y a escuchar: cómo unas personas matan a otras de forme heroica y finalmente vencen. O cómo son derrotadas. O qué técnica se usó y qué generales había. Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. la guerra femenina tiene sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan sólo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana.

Cuando una sociedad ha atravesado periodos violentos y represivos como guerras o dictaduras, en su proceso de reparación tiene un lugar muy importante el recordar y conmemorar el pasado para poder estudiar, comprender y aclarar los sucesos históricos. Es por esta razón que Doris Salcedo quiso darle una voz a las damnificadas que durante mucho tiempo han estado silenciadas por el conflicto. La obra «Fragmentos» es una instalación realizada por 17 mujeres que con golpes de martillo dieron forma a tabletas que recubren un recinto pensado como sala expositiva.

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Sin embargo, es difícil que los visitantes sientan alguna conexión con el monumento. Al ser la pieza principal de la obra pensada para ser el piso del recinto, es un reto para la artista y el espectador lograr una empatía o generar cuestionamientos sin tener elementos alusivos a la guerra y por dada su naturaleza minimalista, corre el riesgo de no ser valorada en toda su dimensión.

El proyecto tuvo la buena intención de incluir a las mujeres en el proceso, sin embargo esto puede ser mejor aprovechado si el video que acompaña la instalación hiciera más énfasis en los testimonios de las víctimas.

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Aunque no hay una forma universal o estandarizada de reparación a través de una obra de arte, hay referentes de lugares y grupos que lo han intentado. Un buen ejemplo es el Holocaust Memorial situado en New England, un monumento de 6 torres de vidrio que forman un camino por el cual se puede atravesarlas. Cada torre simboliza un campo de exterminio Majdanek, Chelmno, Sobibor, Treblinka. Belice y Auschwitz-Birkenau y lleva su nombre inscrito en el suelo, en sus paredes interiores tienen frases escritas por los sobrevivientes de cada campo, por fuera están grabados grupos de números que representan los 6 millones de judíos exterminados. A medida que se recorren, del suelo oscuro y enrejado sube vapor que envuelve a los visitantes.

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De hecho, muchos monumentos en honor a las víctimas se han visto en vueltos en la misma controversia, por ejemplo el monumento memoria a los caídos en Vietnam en Washington D.C, una mole de mármol negro que contiene el nombre en orden alfabético de aquellos soldados que  no regresaron a casa, molestó a los veteranos quienes expresaron que la construcción insultaba a los muertos. Después de muchas negociaciones y explicaciones el congreso decidió añadir una bandera y una estatua al costado.

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Todos los monumentos conmemorativos están siempre sujetos a la controversia ¿por qué una artista emplea 37 toneladas de acero, es decir 8.994 armas entre ametralladoras, fusiles, y pistolas que las FARC le entregaron al gobierno para fundirlas y decide crear una obra minimalista? La respuesta a esa pregunta sólo la tiene la artista y es algo íntimamente relacionado con su proceso creativo, pero ¿fue esta la mejor forma de hacer memoria o crear conciencia sobre la violencia en Colombia?

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