Texto: María Fernanda Mancera – Fotos: Cortesía Nueveochenta
Venationes es el nombre que recibían los espectáculos celebrados en las arenas públicas de la Antigua Roma. Esta forma de entretenimiento, basada en el asedio y posterior muerte de animales salvajes y exóticos, tenía como objetivo demostrar poder y autoridad frente a los mismos, considerados inferiores y por lo tanto sometidos al dominio del hombre. Dichos eventos eran representados a manera de pinturas y mosaicos, siempre resaltando la superioridad de una de las partes. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX que losvenationes se convirtieron en un género de grabados en los que se ilustraban acciones de caza de “fieras salvajes” —reales o procedentes de bestiarios— en todo tipo de escenarios.
En su proyecto más reciente, Kevin Mancera centra su interés en estas representaciones y en las relaciones de soberanía allí presentes, explorando al tiempo las nociones de colonización y salvajismo. El artista divide la muestra en dos temas principales: la lucha del hombre contra el animal y el encuentro entre pares, siendo el poder la condición transversal de cada una de las escenas representadas y la muerte la consecuencia de muchas. Así, las imágenes construidas a partir de numerosos grabados antiguos se convierten en grandes escenas de guerra y cacería en las que el todo o nada parece ser la expresión principal. Esto permite que de ellas deriven múltiples lecturas que cuestionan la incidencia del poder en el afán por prevalecer.
La forma de disponer las piezas en el espacio y la integración de textos plantea igualmente un interrogante en torno a las posiciones de mando, no solo referentes a la caza sino también al territorio, pues da cuenta de una serie de rangos, siguiendo un guión similar al de un Museo de Historia Natural. En Venationes Ferarum, el texto ya no hace parte del dibujo —como ocurre en gran parte del trabajo del artista— sino que se desliga de él y se convierte en una herramienta que apoya no solo la interpretación de la pieza sino de la muestra en su totalidad. De esta manera, Mancera hace alusión a la jerarquía impuesta por los humanos sobre las “bestias salvajes” y en algunos casos sobre sus semejantes, en la que sin importar la posición, el pez grande siempre se come al más chico.