Fotos: Espacio El Dorado – Texto: William Contreras Alfonso
Gustavo Sorzano es un personaje singular en el panorama artístico nacional. Desde muy joven, en los años sesenta, orquestó experiencias artísticas con estrategias novedosas para entonces: instalaciones interactivas, gestos de carácter no objetual, sonido electrónico y eventos de participación en los que el público era también creador de la obra.
Aunque respetado como arquitecto y publicista, su obra plástica fue pasada por alto por la crítica de arte y el periodismo cultural de la época. Estos, en muchas ocasiones, vieron su trabajo como tonterías sin interés poético o, en el peor de los casos, como ejemplos de un arte elitista, preocupado por rendir culto a la tecnología por encima de la sensibilidad humana. Sin embargo, aquel desdén de muchos expertos contrastó con la acogida del público. La distancia de la academia artística y cercanía del público general, es una dualidad elocuente sobre su ética creadora, pues desde muy joven rehuyó del tradicionalismo en el arte, su aura de genio y ansia de originalidad.
La naturaleza no objetual de la mayoría de su trabajo, y su manera de acoger el azar y la participación como ejes conceptuales, provienen de pensar que el arte realmente consiste en el ejercicio intelectual de organizar el mundo a través de la creatividad. Es la inquietud formal y la narración subjetiva de cada individuo sobre las piezas lo que tiene valor artístico, y no alguna cualidad contenida en el objeto.
Para remarcar el acuerdo entre artista y participante que se genera en sus piezas de participación colectiva, él ha creado el término Partituras mentales, englobando las imágenes y conjuntos de instrucciones de las que se sirve para llevar a cabo sus actos artísticos. Brevemente, se podrían definir como sistemas efectivos de planeación para la expresividad, los cuales sin embargo dejan campo para la impronta personal de cada uno de sus intérpretes.
Estas características se cumplen para todas las piezas que conforman esta exposición, abarcando medio siglo de carrera del artista a través de su producción gráfica. Se divide en dos secciones que contemplan, por un lado, impresos hechos, en su mayoría, en las décadas del 60 y 70, los cuales sirvieron como programas de mano y partituras para sus experiencias sonoras multidimensionales. La segunda parte es conformada por dibujo y collage, en los cuales el artista toma como referente famosas piezas de la historia europea de las artes visuales, desglosándolas para crear a través de ellas misteriosas narraciones, tan opacas y caóticas que el espectador tendrá que organizar su propia estrategia para darles un sentido.
Con su propuesta de Partituras mentales, Sorzano entró muy pronto en el espacio del arte conceptual latinoamericano, y se convirtió en uno de los fundadores de la discusión de este campo en Colombia. Por estas razones, esta exposición busca dar una lectura, hasta ahora faltante, sobre su proyecto artístico, el cual es imprescindible para comprender el desarrollo del arte contemporáneo en Colombia.