La estampa japonesa del pintor Katsushika Hokusai, La gran ola de Kanagawa, se ha convertido en una de las imágenes más conocidas, al punto en el que se ganó un lugar en el teclado de los emojis.
Los emojis surgieron por primera vez en los 90s en Japón gracias a Shigetaka Kurita, quien creó los primeros 180 con base en las expresiones que observaba en la gente y los objetos cotidianos en la ciudad con el fin de facilitar la comunicación electrónica. Primero fueron usados en los celulares japoneses, pero rápidamente se popularizaron en el mundo gracias a su inclusión en los iPhone y, posteriormente, en sistemas operativos como el de Android. Desde entonces, han tomado una increíble importancia en la comunicación por chat y por la Web: expresan emociones, reemplazan palabras (o incluso expresiones culturales) y se han vuelto necesarios a la hora de marcar el tono en las conversaciones. Aplicaciones como Whatsapp, Facebook, Twitter y Snapchat han integrado estos caracteres con el fin de que los usuarios comuniquen mejor sus ideas y así agilizar su interacción.
Actualmente existen más de 2,000 emojis y cada día que pasa surgen nuevas necesidades de comunicación que exigen la creación de más de ellos. Así como La gran ola de Kanagawa se ganó un puesto en los emojis, los artistas y entusiastas del arte han buscado distintas maneras de incorporar los emojis a sus obras o al teclado de sus celulares:
The Garden of Emoji Delights
Este enorme tríptico de la artista Carla Gannis es un acercamiento contemporáneo a la famosa obra de El Bosco, El jardín de las delicias (en inglés The Garden of Earthly Delights). Gannis recrea y actualiza la pieza al utilizar emojis que representan y exploran las distintas caras de la sociedad, al igual que la original lo hace, en los reinos de lo divino, terrenal e infernal, traídos a un plano más “moderno”.
Emoji Portraits
El emoji ha jugado un papel esencial en las obras del artista digital estadounidense Yung Jake, quien se ha dedicado a la creación de retratos de celebridades como Justin Bieber, David Bowie, Cara Delevigne, Leonardo DiCaprio o Miley Cyrus con emojis.
Send Me SFMOMA
La colección de arte que el museo posee es tan grande que un espectador que empleara siete segundos por pieza, tardaría en verlas todas tres días. Por ello, el museo decidió proponer una alternativa para que los individuos se acerquen a las obras por medio de mensajes de texto. El que desee recibir una obra a través de su celular tendrá que enviar “send me” más una palabra o un emoji al 572–51 y el MOMA responderá con una pieza relacionada a la demanda. Por ejemplo, si se envía “send me ”, probablemente se obtendrá Un diálogo interno con Frida Kahlo (Collar de espinas) de Yasumasa Morimura.
Frida Emojis
El diseñador y galerista estadounidense, Sam Cantor, decidió tomar la iniciativa de crear los 160 emojis que hoy hacen parte de FridaEmojis, una aplicación disponible en el Apple Store que recoge tanto unas de las obras más importantes de la artista como su misma pasión a manera de emoticones. Se pueden encontrar piezas como Las dos Fridas y El ciervo herido.
Cantor Fine Art Gallery
Esta galería de arte se encuentra ubicada en Los Ángeles, California, y ha ganado popularidad gracias a un elemento: los emojis. Curiosamente esta galería ha decidido convertir a los artistas o a los íconos artísticos más importantes en ilustraciones digitales con base en estos emoticones para, luego, publicarlos en sus redes sociales.
Su creador no es nada más ni nada menos que el mismo Sam Cantor, autor de los Frida Emojis y, además, dueño de la galería junto a su padre. En esta ocasión, no solo abarca a Frida, sino también a Miguel Ángel, a Magritte, a Duchamp, a Basquiat, entre muchos otros.
Emoji Dick
A pesar de que los emojis se han introducido en las artes plásticas con notable fuerza, no dejan de lado otro tipo de expresiones artísticas como la literatura. Un ejemplo de lo anterior puede ser Emoji Dick, una traducción a emojis de la reconocida obra literaria de Herman Melville, Moby Dick. El libro es una creación de Fred Benenson, un ingeniero de datos apasionado por los emojis que pagó para que tres personas tradujeran online literalmente la obra de Melville y para que otras votaran cuál de las traducciones era la mejor.